martes, 26 de octubre de 2010


Apreciados Usuarios: Por motivos de actualización de contenidos y estilos, he resuelto cerrar este blog y mudarme a uno nuevo cuyo nombre es: PLAZA DE LOS SABERES. A quienes me han seguido durante los últimos 3 años, les agradezco enormemente sus aportes y su participación en los foros abiertos y les invito a seguirme en el nuevo espacio que promete ser aún mas rico en contenidos y en participación. Este Blog sumó un total de 13.000 visitas, espero que nuestro nuevo espacio supere con creces ese numero para beneficio de todos.
Mil Gracias por su atención y no olviden, nuestro nuevo encuentro será en la   "PLAZA DE LOS SABERES"

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jueves, 7 de octubre de 2010

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domingo, 4 de abril de 2010

¿PARA QUÉ FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN?


Es sospechosamente curioso el hecho de que de todas las profesiones existentes, sea precisamente la del educador a la que se le exija una constante reflexión por el significado de su ciencia. Al médico, al ingeniero, al abogado o al licenciado en letras no se les ve discutir acerca de la medicina, la ingeniería, el derecho o la literatura ni mucho menos la repercusión de su oficio en la sociedad. Quizás por considerarse al educador como un eje fundamental de la sociedad, en cuyas manos se decide el destino de los habitantes de una república, la sociedad misma le exija claridad y tino en el ejercicio de su oficio.

Este constante reflexionar del educador acerca de su profesión ha obligado a la ciencia pedagógica a recurrir a la filosofía para despejar sus incógnitas. Así, una rama de la filosofía nace con el nombre de “filosofía de la educación”, con el propósito de analizar lo que han dicho quienes practican y teorizan acerca de la educación y de sus problemas fundamentales:

En la filosofía de la educación se pretende responder preguntas tales como: ¿qué involucra la educación?, ¿qué es exactamente enseñar?, ¿cuándo se puede afirmar con propiedad que se “sabe” algo?, ¿que criterios deben satisfacerse para decir que lo que un maestro hace puede caracterizarse verdaderamente como “punitivo”?, ¿qué quiere decir que todos los niños deben tener “igualdad de oportunidades”?, ¿qué significa “libertad” en un contexto educativo? (Moore, 1998: 22)

La educación toma de la filosofía la reflexión y el punto de vista de la totalidad para esclarecer los problemas relativos a la pedagogía. Así, viendo la educación como un todo, reflexionando acerca del hecho educativo desde sus presupuestos fundamentales, podrá el educador tener una mayor conciencia de su labor educativa y saber que su práctica descansa sobre temas que se imbrican con la humanidad.

Son tres los problemas de la filosofía de la educación. El primer problema al cual se enfrenta la filosofía de la educación es al tipo de ser humano que se desea formar. Este problema, que se ubica en el ámbito de la Antropología filosófica, parte desde las inquietudes socráticas por el ser y llega hasta nuestros días. Y esta pregunta es fundamental por cuanto si la educación tiene por propósito la transformación del individuo a través del conocimiento, una filosofía de la educación debe partir de la idea de ser humano:

Fácil es comprender que la pedagogía presupone una idea del hombre. Necesita un saber acerca de su estructura y esencia, antes de señalar fines y medios a la educación. Estos se definen en relación estrecha con aquella idea. El teórico de la educación debe consultar a la filosofía la doctrina en torno del hombre. Esta servirá de base a la idea esencial de la educación y a una concepción fundamental sobre sus medios (...) Toda pedagogía es, previamente, ciencia profunda del hombre. (Mantovani, 1983: 25).

Pero si toda educación funda su quehacer en la idea de ser humano, el hecho de la multiplicidad de definiciones ha dado como resultado una constante experimentación y variación en la teoría educativa. Desde que Sócrates en el siglo V a.C. intentó infructuosamente definir al ser humano buscando sus cualidades comunes (“el hombre es un ser bípedo implume”, diría el filósofo griego), la humanidad ha ensayado una idea de hombre para cada época histórica. El hombre político de la Grecia Antigua, el hombre como ser racional de Aristóteles, el hombre religioso de la Edad Media, el hombre cósmico del Renacimiento, el hombre máquina de la Revolución Industrial, el hombre como nada del existencialismo, no son más que ejemplos del vasto campo de las concepciones acerca del ser humano. (Groethuysen, 1975).

Cuando una educación adolece de firmes convicciones acerca de la idea de ser humano, corre el riesgo, como lo hecho hasta ahora por la educación occidental contemporánea, de refugiarse en los falsos brillos de la innovación metodológica, avanzando con creces en la técnica y el dato estadístico, pero abandonando al ser humano a su suerte.

El segundo problema fundamental de la filosofía de la educación es el de la pregunta por los medios, por la manera de alcanzar ese ser humano que ya se ha definido en la primera pregunta. Este problema se halla en el ámbito de la Axiología, por cuanto a través de ciertos valores, estrategias y técnicas se puede lograr la consecución del hombre deseado.

El problema por los medios, referidos a la técnica de la acción educativa, se fundamenta en la respuesta dada a la concepción antropológica. Luego de conocer al ser humano que se desea formar, el docente planifica una serie de estrategias y técnicas para cumplir su labor educativa. Hoy, sin embargo, la educación occidental ha puesto su interés en la técnica haciendo de la enseñanza una flor marchita y sin creatividad. El docente busca contenidos y estrategias de clases planificadas con anterioridad por otros docentes, haciendo de la enseñanza un armazón de reglas técnicas y código de preceptos docentes. Volviendo a los fundamentos de la educación a través de la filosofía, puede el docente convertir la enseñanza en actividad creadora y transformadora. Y ello se consigue respondiendo la tercera y última pregunta fundamental de la filosofía de la educación.

El tercer y último problema de la filosofía de la educación es la pregunta por los fines, problema sujeto a la Teleología de la educación que sirve como bitácora que señala la llegada a todo esfuerzo educativo:

El problema del fin es, sin duda, el más grave y el menos soluble dentro de la teoría educativa. Está sometido a las mayores variaciones y contingencias de tiempo y lugar. Aun en la educación práctica adquiere una importancia decisiva. La acción educativa es un sistema coordinado de medios para influir en dirección a un fin determinado. Educar es mirar hacia un fin y procurar su realización. Por ello resulta débil una pedagogía constituida exclusivamente por medios educativos.(Mantovani, 1983: 84-85).

Estos tres problemas, el qué, cómo y para qué de la educación, constituyen los problemas fundamentales de la educación vistos desde el punto de vista de la totalidad. Hacer filosofía de la educación es responder estas preguntas cuyas respuestas varían dependiendo de la época, la geografía y el paradigma en los cuales se base. Un docente, consciente o inconscientemente siempre trabaja bajo estas premisas. Si lo hace conscientemente, sabrá qué tipo de ser humano desea formar y se imaginará a esos sujetos que tiene delante de sí en un futuro desempeñando o viviendo una vida acorde con la enseñanza recibida; sabrá también ese maestro cómo formar a ese ser humano que desea educar, con cuáles valores, contenidos y estrategias desempeñar su labor educativa y sabrá además ese docente el fin de todo su esfuerzo y el para qué cambiar el estado de ese sujeto que se desea transformar. El docente conocedor de esas respuestas será un profesional crítico y con una mejor oportunidad de alcanzar sus objetivos. (Neff, 1968). Cuando el docente no se hace esas preguntas ni le da importancia a las respuestas, pues el plan educativo de la nación, o Currículo Básico Nacional, le ofrece el sentido, oculto para él, a su accionar mecánico, acrítico y rutinario.

Pero si hacer filosofía de la educación es responderse estas tres preguntas:

¿Qué tipo de ser humano deseo formar? - Antropología
¿Con cuáles valores y contenidos? - Axiología
¿Para qué? - Teleología

Hemos de estar seguros que toda pregunta tiene más de una sola respuesta. ¿Cómo pensar entonces en una filosofía de la educación? Podemos imaginar, por ejemplo, una educación en la cual se forme un ser para el trabajo, para ello se reforzará la educación productiva y la adquisición de habilidades y técnicas de producción con la intención de aumentar el producto interno bruto de una nación. Podemos también pensar una educación para formar un ser libre y feliz, por medio de una educación autogestionaria, antiautoritaria, con la finalidad de alcanzar una sociedad libre y feliz. Como vemos, las opciones de respuesta a esas tres preguntas son variadas, por lo que hablar de “Filosofía de la Educación” resultaría contradictorio. Por ello, sugerimos la adopción del plural “Filosofías de la Educación”, como forma de afianzar el carácter diverso de las manifestaciones educativas.

Pequeño cambio gramatical que nos conduce a una fascinante aventura intelectual.

Articulista: Diego Rojas Ajmad

Referencias:

-Groethuysen, B. (1975) Antropología filosófica. Buenos Aires: Losada.
-Mantovani, J. (1983) La educación y sus tres problemas. Buenos Aires: El Ateneo.
-Moore, T.W. (1998) Introducción a la filosofía de la educación. México: Trillas.
-Neff, F. (1968) Filosofía y educación. Buenos Aires: Troquel

lunes, 26 de octubre de 2009

"12 de Octubre de 1492: Imperialismo, Epistemes y Hecatombe"



El "lugar epistemoló-gico", desde donde el conquista- dor hizo su valoración de la realidad, por allá en el año 1492, cuando puso la bota sobre suelo americano, es el mismo desde donde hoy los imperios, en sus actuales tipologías basadas en lo económico, político, cultural, energético entre otras, toman sus insumos para enarbolar su lógica expansionista y dominadora.

Hablaremos de dos lugares referenciales, distintos uno del otro, claramente definidos, según esta jerga de las ubicuidades, como "El Centro" y "La Periferia". Durante la Conquista, El Centro del poder estaba en España, la Real, con su afán dominador, expansionista y muy urgida de nuevas canteras y minas, de manos y hombros que suministraran, a sus desgastados arcones y a sus nobles ciudadanos, los ingresos que permitieran mantener la "lógica" propia de los oropeles y fastuosidades de la monarquía.

En el Centro, y solo allí, se podrán forjar los hombres y mujeres Cult@s, Sabi@s, Nobles y Sant@s, hijos de la magna occidentalidad y de sus valores inconmovibles que prefiguran al Hombre-Amo-Señor. El impacto sufrido por el Conquistador al toparse con otra episteme, tan válida y legítima como la suya, le supuso un vértigo de tal magnitud, del cual se incorporó con una angustia casi mortal, que le hizo ver con nostalgia esa realidad que había quedado a mas de ocho mil kilómetros acullá, y que en razón a su arraigo y pertenencia sustancial con la supremacía occidental, debía tomar a como diera lugar, el control y el dominio, emulando el espíritu de aquellas cruzadas y "santas guerras", en función de los intereses propios, de la fe y el de las coronas.

La periferia, en cambio, era el lugar de lo impuro, irracional y lo oscuro. La "luz" debía penetrar por doquier a esa realidad. La negación de lo autóctono y la minusvaloración de lo “descubierto” generaron la chispa detonadora de las luchas y resistencias de lo autóctono frente a lo advenedizo. La historia ha demostrado como tenor, que la violencia es una constante en el proceso de conformación de las sociedades, y en la formación de las sociedades coloniales no pudo ser de otra manera. El asunto de los lugares epistemológicos y la superposición de uno sobre otro, planteó en la lógica del conquistador, el imperativo homogenizador de la cultura, haciendo ver que mientras mas se mimetizara lo aborigen con lo occidental mayor sería la posibilidad de asimilarlo a las normas y leguleyismos, hasta ahora ausentes de sus costumbres naturales.

El problema que hoy se nos plantea, a los que somos herederos de nuestro pasado indígena, negro y criollo, no es otro que la emancipación mental y la superación de la "inferiorización inducida" generadas por aquellos que nos cambiaron el oro por espejitos. Nos corresponde parir de una vez por todas nuestro propio “Centro” con visión cósmica, donde la periferia no existe, porque todos estamos integrados y enrumbados a un destino y una patria común, aquella donde impera la inclusión, la igualdad y la justicia.

Es así como hoy, día de las mil denominaciones, me uno al pensamiento y sentimiento de un apreciado maestro, el cual es una sentencia y demanda a la vez, ante los actuales embates avasalladores de lo adveniente, en las actuales conquistas, colonizaciones e intenciones dominadoras, repitiendo su resabio:

“Prefiero morir en los brazos de una utopía que vivir en la postración”

Articulista

Lcdo. Miguel A. Lugo P.