lunes, 26 de octubre de 2009

"12 de Octubre de 1492: Imperialismo, Epistemes y Hecatombe"



El "lugar epistemoló-gico", desde donde el conquista- dor hizo su valoración de la realidad, por allá en el año 1492, cuando puso la bota sobre suelo americano, es el mismo desde donde hoy los imperios, en sus actuales tipologías basadas en lo económico, político, cultural, energético entre otras, toman sus insumos para enarbolar su lógica expansionista y dominadora.

Hablaremos de dos lugares referenciales, distintos uno del otro, claramente definidos, según esta jerga de las ubicuidades, como "El Centro" y "La Periferia". Durante la Conquista, El Centro del poder estaba en España, la Real, con su afán dominador, expansionista y muy urgida de nuevas canteras y minas, de manos y hombros que suministraran, a sus desgastados arcones y a sus nobles ciudadanos, los ingresos que permitieran mantener la "lógica" propia de los oropeles y fastuosidades de la monarquía.

En el Centro, y solo allí, se podrán forjar los hombres y mujeres Cult@s, Sabi@s, Nobles y Sant@s, hijos de la magna occidentalidad y de sus valores inconmovibles que prefiguran al Hombre-Amo-Señor. El impacto sufrido por el Conquistador al toparse con otra episteme, tan válida y legítima como la suya, le supuso un vértigo de tal magnitud, del cual se incorporó con una angustia casi mortal, que le hizo ver con nostalgia esa realidad que había quedado a mas de ocho mil kilómetros acullá, y que en razón a su arraigo y pertenencia sustancial con la supremacía occidental, debía tomar a como diera lugar, el control y el dominio, emulando el espíritu de aquellas cruzadas y "santas guerras", en función de los intereses propios, de la fe y el de las coronas.

La periferia, en cambio, era el lugar de lo impuro, irracional y lo oscuro. La "luz" debía penetrar por doquier a esa realidad. La negación de lo autóctono y la minusvaloración de lo “descubierto” generaron la chispa detonadora de las luchas y resistencias de lo autóctono frente a lo advenedizo. La historia ha demostrado como tenor, que la violencia es una constante en el proceso de conformación de las sociedades, y en la formación de las sociedades coloniales no pudo ser de otra manera. El asunto de los lugares epistemológicos y la superposición de uno sobre otro, planteó en la lógica del conquistador, el imperativo homogenizador de la cultura, haciendo ver que mientras mas se mimetizara lo aborigen con lo occidental mayor sería la posibilidad de asimilarlo a las normas y leguleyismos, hasta ahora ausentes de sus costumbres naturales.

El problema que hoy se nos plantea, a los que somos herederos de nuestro pasado indígena, negro y criollo, no es otro que la emancipación mental y la superación de la "inferiorización inducida" generadas por aquellos que nos cambiaron el oro por espejitos. Nos corresponde parir de una vez por todas nuestro propio “Centro” con visión cósmica, donde la periferia no existe, porque todos estamos integrados y enrumbados a un destino y una patria común, aquella donde impera la inclusión, la igualdad y la justicia.

Es así como hoy, día de las mil denominaciones, me uno al pensamiento y sentimiento de un apreciado maestro, el cual es una sentencia y demanda a la vez, ante los actuales embates avasalladores de lo adveniente, en las actuales conquistas, colonizaciones e intenciones dominadoras, repitiendo su resabio:

“Prefiero morir en los brazos de una utopía que vivir en la postración”

Articulista

Lcdo. Miguel A. Lugo P.

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